
Cancún. Renovarse o morir. O mejor dicho en estos tiempos del coronavirus, adaptarse o perecer.
Al quedarse miles sin empleo por la pandemia provocada por el Covid-19, el trabajo comenzó a escasear y el dinero también en Quintana Roo.
Por lo que un salvavidas para muchos es vender en las calles cubrebocas y gel antibacterial, ante la falta de los mismos desde fines de febrero en Cancún; donde personas de origen asiático compraron por miles y miles de unidades en las farmacias y tiendas de autoservicio, según afirmaron hace casi tres meses atrás los empleados de estos negocios.
Salvavidas de muchos
Con 20 años de experiencia como sastre, Elio Novelo Mendoza comentó que a finales de marzo pasado comenzaron a escasear sus clientes habituales, a los que les hacía sus uniformes del trabajo, pues a su negocio “Confecciones Mendoza” apenas si iban dos o tres personas al día para que les hicieran un dobles o vastidillo a sus pantalones o vestidos. Por lo que bajó drásticamente el negocio y el dinero.

Ante esa situación, y al darse cuenta que uno de los artículos más solicitados en Cancún es el cubre bocas, que se volvió obligatorio para andar en la calle y entrar a negocios y comercios a partir del 16 de abril por órdenes de la autoridad de la Secretaría de Salud de Quintana Roo, aplicó sus conocimientos y experiencia de sastre y comenzó a confeccionar de mejor calidad y sobre todo el poderlos rehusar para no desecharlos.
Es por eso que, señaló, comenzó a vender entre 20 a 30 piezas al día en los tianguis; pero al ser cerrados pues la gente no respetó el distanciamiento social y el uso de la prenda para evitar mayores contagios, no le quedó de otra que ofrecerlos por internet y afuera de su sastrería, localizada en la Supermanzana 77, sobre la avenida López Portillo, por lo que llegó a comercializar hasta 300 unidades por día.

Ante la fuerte demanda, comentó que les dio empleo a dos sastres más, quienes les confeccionan los cubre bocas.
Para eso, y al darse cuenta de la sobre demanda de los cubre bocas al escasearse en todo México y el mundo, compró suficientes metros de tela, filtro y sobre todo metros y metros de resorte para ofrecer cubre bocas de calidad y bien hechos que le ayuden a las personas a no contagiarse.

El sastre Elio Novelo mencionó que ofrece cubre bocas de diseño y personalizados, al volverse ya una prenda de moda.
De chile, dulce y de manteca
Tan grande es la variedad y diversos los diseños como la necesidad de trabajo que hay en la ciudad de Cancún y Quintana Roo, que hay cubre bocas para todos los gustos, bolsillos y hasta edades, sobre todo para los niños y bebés.
Desde aquellos sencillos que se desechan y regalan las autoridades a la gente que está necia de no usarlos; pasando por algunos de tela duradera y lavables, rudos para aguantar por semanas al uso diario y el detergente; o aquellos muy sofisticados y propios para el personal del sector salud, como el N 95, o los muy apantalladores e ingeniosos que la imaginación y la capacidad de diseño los pueden crear.

Se pueden encontrar sobre todo afuera de las tiendas de autoservicio, bancos, plazas comerciales y la terminal de autobuses; o en la calle, casas que con un anuncio improvisado escrito a mano los ofrecen entre 10 a 20 pesos, en tiendas de artesanías e incluso en tortillerías y papelerías o negocios especializados en la venta de artículos para cocinas y restaurantes.
Resorte escasea
Vendedores en tianguis, que fueron prohibidos instalar desde mediados de abril pasado en Cancún, y con cuatro bocas que alimentar todos los días y la necesidad de solventar los gastos de la casa a fuerza, como es la energía eléctrica, agua y gas, la señora María comentó que con el poco dinero que tenían antes de que se acabaran las ventas lograron comprar tela para los cubre bocas y venderlos en las calles.
Sin embargo, comentó que el problema es poder conseguir el resorte, pues donde se surtían en las papelerías ahora ya están cerradas.

Mientras ofrecía los cubrebocas de diferentes colores y tamaños afuera de la terminal de autobuses de Cancún, la señora María comentó que para cubrir las necesidades de comida y los gastos de la casa se unieron a otra familia que también se quedó sin empleo, al tener una máquina de coser.
Explicó que junto con su esposo cortan la tela y alistan el material, en tanto que la dueña de la máquina los costura, para luego ella salir a venderlos.
Destacó que las ventas han ido a la baja, al no salir las personas a la calle.

Pero aun, mencionó que hay que ingeniárselas por lo que ella sale cubierta para no exponerse ni a su familia con tal de vender los cubre bocas, en espera de conseguir dinero y comprar comida y tratar de aguantar lo más que puedan. (Antonio Ortiz)